Obsolescencia programada: Apple reabre el debate y las críticas apuntan a la falta de información
Expertos hablan de un proceso intrínseco a la tecnología. Mientras, algunas compañías como HTC, Motorola, Samsung y LG rápidamente aseguraron que no reducen rendimientos.
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El cada vez más cautivo target de Apple reaccionó hasta con demandas en su contra luego de que la firma de Cupertino admitiera que con sus actualizaciones hace más lentos algunos teléfonos con baterías viejas. En su defensa argumentaron que lo hacen con el propósito de “prolongar la vida” de los iPhone. Mientras, el mercado sigue viendo cómo cada año se estrenan nuevas versiones de su producto estrella.
Tras el reconocimiento de una situación con la que varios no se mostraron sorprendidos -aseguraban al menos sospecharlo-, se volvió a abrir el debate en torno a la obsolescencia programada de los productos tecnológicos.
¿Existe realmente? ¿Es sorpresivo que Apple haya dado cuenta de un fenómeno que muchos definen como intrínseco a la tecnología? Estas son solo algunas de las interrogantes.
El debate, centrado específicamente en los teléfonos inteligentes, toma especial revuelo hoy, cuando productos como el Note 8, de Samsung, y el mismo iPhone X, de Apple, superan el millón de pesos.
Un proceso normal
Al diseño deliberado para que un aparato tenga una vida útil específica, es lo que se conoce como obsolescencia programada.
Para Dagmar Pearce, director de la carrera de Ingeniería Civil Informática de la Universidad San Sebastián, el anuncio de Apple “no es tan alarmante, es parte de los procesos normales de migración”.
El problema, según agrega, es que “la gente común” no está al tanto de este tipo de procesos de los productos tecnológicos. “Solo ocupan los teléfonos”, apunta.
Según explica, la obsolescencia programada es “intrínseca a la industria tecnológica”, y tiene también una pendiente positiva, al menos desde el punto de vista del avance de este sector. “Los tiempos ahora se han acortado. Antes un sistema operativo podía durar cuatro, cinco o seis años, cambiar un parche, pero ahora la cantidad de desarrollo y la interconectividad y el uso que le puedes estar dando demanda una migración más rápida”, asegura.
Raúl Arrieta, presidente del Instituto Chileno de Derecho y Tecnologías, tampoco duda en calificar como un proceso normal que con el paso del tiempo ciertos productos tecnológicos caigan en esta obsolescencia.
“Cada vez que se van generando nuevos softwares, nuevos desarrollos o aplicaciones, van siendo más intensivas en el consumo de recursos y un dispositivo electrónico que tiene determinada antigüedad, muchas veces tiende a generar problemas porque sus capacidades no son suficientes. Esto es bastante normal y bastante natural y no hay ningún problema”, sostiene.
Por otra parte, Pearce deja en evidencia que a las tecnológicas no les conviene económicamente prolongar la vida útil de un sistema. “Cuando se desarrolla una aplicación, se hace en un espectro más o menos aceptable de sistemas operativos capaces de aceptarlo. A un proveedor, económicamente, como modelo de negocio, no le conviene ajustarse a todos los sistemas operativos, sino a los de última gama o los últimos sistemas en uso”, sostiene.
Falta de información
El “pero” del presidente del Instituto Chileno de Derecho y Tecnologías, es la falta de información por parte de la industria tecnológica, respecto a la durabilidad de sus productos.
“El decir ahora que estoy sorprendido con esta revelación (de Apple) es un poco infantil, porque todos sabemos de esto. Es evidente (…) Son estrategias que tienen las compañías de crear consumidores que son medios rehenes de estar a la vanguardia”, analiza.
“El problema que se produce con la obsolescencia programada tiene que ver con calidad de la información que se le entrega al consumidor. Si a mí me dijeran, cuando me voy a comprar un teléfono que bordea los US$ 1.000, ‘este teléfono tiene una vida útil de tres años y al cabo del tercer año esto deja de funcionar’ (…) entre comillas podría tomar una decisión de consumo responsable y podría generar mecanismos de diferenciación entre los diferentes productos”, añade.
“Si tienen una aplicación, la cual vas a comprar, lo que no hacen es decir cuáles son los requerimientos de sistema que requiere esa aplicación para que sea utilizable en el equipo que adquieres. Para eso hay que informar”, coincide el académico.
En ese sentido, Arrieta apunta a que las eventuales acciones judiciales de los consumidores contra Apple, al menos en el país, deberían ser llevadas por aquellos “que se sientan afectados porque compraron con una expectativa X y finalmente fue otra”.
Mientras el debate continúa, algunas tecnológicas aprovecharon el momento -y la polémica- para prometer que ninguno de sus teléfonos antiguos ha sido afectado deliberadamente.
Motorola, HTC, LG y Samsung han sido los primeros del mercado y se espera el pronunciamiento del resto.